Tanto en lugares públicos, como dentro de las paredes del hogar, es importante garantizar la máxima seguridad de los ambientes y prevenir los riesgos debidos a posibles principios de incendio. ¿Cómo? Escogiendo accesorios de decoración y revestimientos de interiores realizados con tejidos incombustibles o ignífugos. Los tejidos se pueden definir ignífugos si aseguran una elevada resistencia contra el fuego, o bien, si presentan características que permiten reducir o retardar la combustión (en este último caso se denominan también retardantes del fuego). De hecho, existen tejidos completamente ignífugos, que no se encienden al ser expuestos directamente a las llamas, y tejidos parcialmente ignífugos, que se encienden solo cuando la temperatura supera umbrales muy elevados, por lo que impiden y enlentecen eficazmente la propagación del incendio.
Según sus características específicas también pueden ser subdivididos en:
- Tejidos ignífugos por sí mismos, o sea naturalmente resistentes al fuego gracias a su composición y estructura química (cuero auténtico, lana)
- Tejidos inflamables sometidos a procesos de ignifugación, o sea con la adición de sustancias específicas (por ejemplo, sulfato de amonio o borato de sodio) que protegen el tejido contra las llamas o retrasan la combustión. En este caso, los tejidos pueden perder sus propiedades ignífugas luego de determinado tiempo.